¡Atención queridos vagos! ¿Sabéis cual es la tarea más costa en tiempo y la principal para tener nuestro pisito decente? La limpieza del suelo.
Y nosotros, los más perezosos, para dedicarle muy poco esfuerzo vamos a tener que cambiar de hábitos. ¿Pero bienvenidos los nuevos hábitos que nos van a ahorrar el pasarnos horas limpiando, verdad?
Os pongo una foto de la herramienta principal que ha de tener todo vago que se precie para tener el suelo limpio:
Sí, sí, la foto es correcta: unos buenos calcetines si estamos en invierno, en verano no necesitamos nada. Los tendremos siempre en nuestro recibidor y cuando lleguemos nos los pondremos; o encima de los que llevemos o los cambiamos por los que traemos de la calle. ¡Y a partir de ahora a andar por toda la casa descalzo!
Los zapatos es de lo que más ensucia el suelo, sobretodo el de la cocina y el baño. Cualquier gotita de agua que se caiga pisada por una suela de un zapato que ha estado andando por la calle se convierte en una gran mancha. ¡Aunque vayas con cuidado siempre se caen gotas! Al lavarnos las manos salpicamos sin querer. Y aunque no pisemos el agua también se van creando huellas por todo el piso.
Estas Navidades mi madre se ha quedado horrorizada al verme en calcetines:
- ¡Pero como vas así, que te vas a resfriar!
- ¡Que no me resfrío, que llevo dos calcetines y el de fuera es especial para esquiar!
- ¿Y por qué te has quitado los zapatos?
- Para no contaminar el suelo con la suciedad de la calle.
- ¡Pero ponte al menos unas zapatillas!
- ¡Qué no me pongo unas zapatillas! ¡Qué ya voy bien en calcetines! Que las zapatillas se acaban ensuciando y los calcetines los pones en la lavadora y siempre están limpios.
Lo que sí que tengo es un habitante en mi balcón, unas lindas sandalias de piscina que viven allí. Cada vez que he de salir me las pongo y cuando entro en el piso las vuelvo a dejar en el balcón.
Y con este simple cambio de hábitos he conseguido tener el suelo limpio por más tiempo y sin tanta necesidad de fregar, solo aspirar. Además hay otras ventajas añadidas. Al entrar en tu casa y descalzarte te sientes mucho más cómodo en ella, te la haces más tuya. Es tu santuario especial. Desconectas más de todo lo de afuera que requiere zapatos
¿Aún así habrá que aspirar el piso de vez en cuando, no? Para mí eso suponía un esfuerzo de tal gran envergadura que ahorré dinero y me compré un robot aspirador. Es de lo poco que voy a recomendar comprar en este blog. Mi visión de la vida minimalista requiere muy pocas cosas materiales y además con la actual situación económica no está el horno para bollos. Me dolió el dinero que costaba pero multipliqué lo que cobra una "Keli" por aspirar el suelo por las semanas que tiene un año y como vi que estaba amortizado de sobras me sentí mejor conmigo misma. Ahora cuando me voy de casa le doy al botoncito del robot y cuando vuelvo todo está aspirado. Solo has de tener la precaución de no dejar nada por el suelo. ¡Pero eso es fantástico! ¡Matamos dos pájaros de un tiro! Ya ni se te ocurre dejar unos calcetines tirados. Sin darte cuenta el robot hace que salga de ti de forma automática el no tener nada echado por el suelo. ¡Vamos avanzando en la dirección correcta!
Con el suelo aspirado ya no da tanta pereza fregar el suelo. Cuando te pones en quince minutos lo tienes listo. ¡He conseguido quitarme el trauma que tenía con la fregona! Si el robot lo pasas a diario o día sí día no, como no se generan huellas, con una vez cada quince días que friegues ya es suficiente. ¡Quince minutos cada quince días! ¿No está mal, verdad?
Más adelante os explicaré como tener a raya el polvo y mantener el baño a diario con una rutina que no nos costará esfuerzo.